domingo, 20 de julio de 2014

Huida

Creo que a veces huir no es la solución. Sobre todo no es la solución cuando realmente no se huye, solo esquivas algo, lo dejas a un lado, pero no tienes fuerzas suficientes para huir tal y como el significado de la palabra indica. Tan sólo es algo momentáneo pues tal vez estás huyendo físicamente pero no mentalmente. Y es que esa huida, la huida mental, es realmente funesta. Te has ido de ese lugar, lo has dejado atrás, pero el poder mental es de tal magnitud que no puede enterrar esos recuerdos, esas vivencias que tanto te han jodido. Y digo jodido porque si quieres huir de ahí es porque para nada han sido instantes gratos. ¿Acaso querríamos huir de esos efímeros instantes de felicidad que la vida nos regala? 

Creo en la maldad de la gente, y por tanto, creo que hay gente mala. Muy mala. Que viven para hacer el mal. Que se ríen del débil y de la vulnerabilidad que en determinados momentos todos podamos presentar, gente con la sonrisa maligna y cuyo único objetivo de cada mañana al despertar es planear una nueva malicia. Paradójicamente, esta gente, en muy alto porcentaje, es la más afortunada, gente a la que le regalan todo, gente a la que la vida les sonríe, que no conoce el esfuerzo diario de lucha, gente sin ningún tipo de valores pero gente que todo lo tienen. Gente que para nada son personas sino simplemente eso: gente.


Fábrica abandonada
Creo que hay pérdidas, dolores que no se oyen. Cuando un vaso se cae al suelo, éste se rompe y se hace añicos habiendo escuchado a la medida que cae un estrepitoso ruido; sin embargo, hay sonidos internos que solo los oyes tú pues vienen de lo más hondo de tu ser y a la vez son los más importantes y quizá los que deberían emitir más ruido pues vienen de ahí, de lo más profundo de tu corazón, y causan realmente daño. El corazón, sin embargo, grita y solo lo oyes tú. El corazón se rompe y lo hace en silencio. Tu corazón grita y nadie te oye. Nadie lo oye. Nadie lo cura. Tan sólo tú y tu voluntad.

Creo que a veces huir no es la solución, tan sólo el principio de todo. 




lunes, 14 de julio de 2014

Recuerdos

Se levanta temprano, desganado. Espera el devenir de un nuevo día, día que sin duda, ya le pesa. Se levanta temprano porque no hay nadie que lo retenga en la cama, ni mucho menos en la casa. Desde hace años las paredes de su hogar solo habitan para él y su voz reverbera en el vacío infinito. Se levanta temprano, hastiado. Sin ganas de salir a pasear pero su punto de encuentro le espera, su avenida, su playa, su cielo. 

Una vez allí, en su punto diario de parada y afligido en aquel lugar, rememora todas sus vivencias, los paisajes compartidos en cada rincón, los besos entregados en cada recoveco de la ciudad que lo vio crecer y enamorarse, y todos los recuerdos de aquel amor pasado. De su único amor. De aquella voz que tanto anhela y que un día marcho de su lado.

Abuelo meditando...en Cádiz.
Se marcha otro día, se despide de su atardecer y desanda el camino a casa con la misma melancolía y con la única certeza de saberse solo pero sobre todo con la única evidencia de que no es lo mismo siempre que eterno. 

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