lunes, 28 de abril de 2014

Recuperando su inocencia

Su tez era blanca, y sus labios rosados. Su piel era tan nívea como un armiño. Y su cabello, aún cuándo estaba encrespado resultaba agradable de acariciar.

Foto realizada y cedida por Josu_Sein

Con el tiempo, su rostro se fue desfigurando. Nadie sabía que le había pasado pero ya nada era igual. Sus quehaceres diarios, su rutina, su único motivo de iniciar cada día ya no estaba. Y ella, no era la misma. ¿Había perdido su inocencia?

Su sonrisa, pura y sincera, había pasado a convertirse en una tímida sonrisa amortiguada. A veces forzada para intentar hacer feliz a las pocas personas de su alrededor, a veces desdeñosa y desganada. A veces, simplemente invisible.

Con el tiempo, su rostro se fue desfigurando a causa de los litros de lágrimas vertidas. Lágrimas que tenían un dueño, lágrimas incomprendidas, lágrimas que implicaban a personas sin ni siquiera ella quererlo, lágrimas que arraigaban de lo más profundo de su corazón.

Su alegría, sus ganas de jugar y de compartir, su energía y optimismo se convirtieron en apatía, melancolía y una pesada languidez. Ya nadie quería retozar con ella o tal vez era ella la que no quería apostar por nadie. ¿Había dejado de sentir? ¿Dónde quedó su inocencia?

Con el tiempo, su rostro se fue desfigurando pero lo más llamativo fueron sus lágrimas, cuajadas. Lágrimas negras provenientes de lo más profundo de su ser. Lágrimas que tomaron ese color como adverso era su presente. ¿Dónde quedó su inocencia? ¿Acaso podría recuperarla?

lunes, 14 de abril de 2014

Exhausta


Se cansó de teorías. Se cansó de estúpidas y complejas teorías. Se cansó de todo lo que habían planeado para ella. Una vida color de rosa, le decían. ¿Rosa? ¿Dónde estaba ese color?

Una mañana, de repente, se había convertido en otra persona. Una mañana, había llegado su vejez y con ello se dio cuenta de su presente, de lo que realmente tenía: nada.

Sintió ese vacío, esa sensación de asfixia. ¿Y ahora qué? Sin duda, había dejado atrás su vulnerabilidad.

Me sentí mal haciendo la foto....en calles de Málaga
Las promesas, fueron olvidadas. Su familia, en el empeño de ayudarla, también. La única persona a la que se había entregado en cuerpo y alma, la única persona que podía aliviar su pena la había traicionado, y olvidado. La única persona a la que se había entregado en cuerpo y alma era incapaz de comprenderla, incapaz de empatizar.


Se cansó de teorías. Se cansó de vomitar palabras que ni siquiera eran escuchadas.

Fue tal su desolación que a la calle marchó. En busca de nada. En busca de nadie. Tristeza, amargura, melancolía, ira, rabia, odio, pesadumbre. Soledad. Maldita soledad.

Una mujer que nunca había odiado a nadie. Una mujer que había sido feliz, alegre y optimista, se veía hundida en la más profunda de las miserias. Su luz se fue apagando poco a poco, aunque allí, en medio de todos, en medio de nadie, podía pasar tal vez, más desapercibida.


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