domingo, 2 de diciembre de 2018

Cambio histórico.

A pocos días de celebrar los 40 años de la aprobación de nuestra constitución, siento muchísima pena de ver cómo tanta lucha y tanto esfuerzo a lo largo de los años por conseguir el sufragio, un sufragio que ha sido censitario, restringido, un sufragio que nos impedía manifestarnos, que nos segmentaba según la renta o el sexo...  Tanta lucha  por conseguir ese derecho al voto para que luego no se ejerza. Lo acabamos de ver en las elecciones del día de hoy. La abstención no puede ser una opción, joder. El voto es un derecho y hay que hablar, manifestarse. 

La reflexión de esta noche:

Parece que tengamos que estar felices por el cambio; ¿a qué precio? Siento mucha desazón al ver cómo en 2018, un partido de extrema derecha marcado por su política xenófoba, anti-feminista, racista, marque el cauce de un cambio... Yo sin duda no quiero cambios así. No me sentiré jamás representada por un partido que coarte mis libertades como mujer, como ciudadana, como persona. 


A los que sí os sentís representados, tampoco os puedo dar la enhorabuena porque no lo entiendo, no lo comparto, es más, siento vergüenza ajena (y cercana). Mucha. Que el cambio hacia el lado ultraderechista empiece en Andalucía y pueda ser el camino hacia un cambio a nivel más general, me da mucho pavor. Y me parece una abominación. 

Andalucía no me representa. Hoy, más que nunca, me encuentro en tierra de nadie. 

Preparaos para lo que venga. 

martes, 4 de septiembre de 2018

Serendipia.


Lloraba, llevaba horas llorando, sentía algo que le asfixiaba, que no le hacía feliz. Por el contrario, ¿vivía infeliz? Términos opuestos que se le entrecruzaban en su cabeza. ¿Acaso existe la antonimia absoluta en un concepto tan abstracto como es la felicidad? ¿Acaso existe la felicidad plena o la infelicidad eterna? Lloraba, le hacía sentir bien, o al menos, podía respirar mejor y preguntarse qué la había llevado a aquella situación.

Analizando su inmediato pasado, encontró pocas pero algunas respuestas sobre el camino que la había llevado hacia aquel callejón sin salida: ¡Querer conseguir sueños! Cumplir metas. Sueños escritos, idealizados, sueños robotizados en su cabeza desde años atrás, metas anheladas y planeadas a las que poder llegar. Mientras las lágrimas seguían discurriendo por sus mejillas, asimisma se decía que tener todas aquellas ensoñaciones intrínsecas, dolían, dolían muchísimo y para nada podía esquivarlas...

¿Por qué ella no podía?, ¿por qué había llegado hasta ese punto?, ¿por qué ella no podía ser como las demás?, ¿por qué se sentía la flor menos afortunada?, ¿por qué no podía adquirir la misma recompensa?, ¿por qué tenía que seguir escuchando ese refrán tan manido y odiado "quien siembra, recoge"?, ¿por qué sentía tanta rabia? 

¿Por qué? ¿Por qué…?
Preguntas sin respuesta la azotaban día y noche.

Si pluralizamos, podemos observar cómo desde que nacemos nos educan, nos enseñan para querer saberlo todo, tener respuesta para todo. Es por ello que pasamos largos años estudiando, formándonos para un futuro, nos empeñamos en hacer planes y soñamos con aquello que queremos ser y a qué nos gustaría dedicarnos (si es que eres de los afortunados al que no se lo imponen). Luego, pasamos al otro estadio. Seguimos planeando y por supuesto, quejándonos. Nos quejamos del amor y más aún del desamor, generalizamos todos los infortunios, nos quejamos del dinero, del trabajo, nos quejamos del jefe, del compañero "trepa", de engordar tras adelgazar, nos quejamos de no llegar a fin de mes, nos quejamos de no viajar lo suficiente (porque siempre el vecino, tu mejor amigo o algún conocido viajará más que tú), nos quejamos de cosas materiales, de no habernos comprado aquella "ganga"en esa justa ocasión y por consiguiente, nos arrepentimos. Para así luego volver a quejarnos de haber dicho "no" en aquel jodido momento, de no haber dicho "sí", de no haber mandado a más de una persona a la mierda, nos quejamos de no habernos emborrachado aquella noche, justo aquella...

Seguimos creciendo y planeamos nuestra vida, nuestro futuro compartido, una boda, una casa, una hipoteca, un hijo (o dos, o los que vengan..) Entretanto, perdemos trenes, oportunidades, tiempo, pero no pasa nada, seguimos adelante, planeando. 

Y no aprendemos.

Ese es el problema. Que no aprendemos. Pensamos y queremos tener nuestra vida controlada en todo momento. ¿Y si dejáramos de pensar y empezáramos a vivir?

Ella lloraba y seguía llorando porque quería conseguir “aquello”. Aquello que tanto anhelaba pero quizá era mejor dejarlo a un lado. “Una retirada a tiempo dicen que siempre es mejor”. ¿Era el momento de retirarse o le quedaban aún fuerzas? Era un sueño mutuo, compartido… pero todo se había convertido en piedras y más piedras en el camino. ¿Merecía la pena seguir saltándolas y esquivándolas o por el contrario era mejor guiarse por aquel instinto que le decía interiormente que abandonase? Se sentía tan vulnerable que todo le daba miedo. Lloraba, reía, gritaba, sentía un gran desasosiego, caos, desesperanza, confusión entre el sí y el no. No sabía qué quería pero si a quién. No sabía si sería capaz de seguir viviendo con esa tensión, esa angustia que desde hacía meses la atormentaba día y noche. 

Pausada entre sus lágrimas, encontró quizá una luz verde, una señal. Tal vez  había llegado el momento de dejar de planear, de dejar de quejarse, de dejar de angustiarse. Tal vez había llegado el momento de vivir sin miedo y encontrar esa “serendipia”, ese hallazgo afortunado que se produce inesperadamente cuando se está buscando otra cosa bien distinta.  Tal vez era el momento de dejar de guerrear, de comenzar a vivir como ella y él sabían hacer. Vivir y disfrutar antes de caer presa de aquel sueño inconcluso. 

Porque sí amigos, no todos los sueños se cumplen. Ni  a todas las metas se llegan. 

Puertas cerradas...





domingo, 29 de abril de 2018

Evidencias.


Decía el sabio Paulo Coelho Cuando deseas una cosa, todo el Universo conspira para ayudarte a conseguirla” ¿En serio?  ¿Por qué no se planteó lo siguiente?

“Cuando deseas una cosa, no será fácil, piedras y más piedras aparecen en el camino. Jódete”.

O tal vez esta otra versión: 

"Cuando deseas una cosa, no será fácil porque todas las personas no tienen la misma suerte, (porque sí, cada vez creo más en la suerte de las personas y esto me daría para otro capítulo aparte) habrá  a quiénes no les regalen nada, no las premien con nada ni les ayuden con nada. Jódete. Aprende. Espabila". 

La filosofía barata siempre me ha cansado mucho. ¿Por qué no se escribe acerca del fracaso? ¿Por qué no se escribe acerca de lo jodida que es la vida y las situaciones por las que te hace pasar?

La vida no es de color de rosa. Desde que nacemos deberían educarnos, enseñarnos y formarnos para hacer frente a las distintas gamas de colores que vamos a encontrarnos. Un niño (por muy niño que sea) no debe vivir en una burbuja. De la misma manera, un adulto (por muy positivo que sea) no debe vivir vendiendo filosofía barata, frases de Mr. Wonderful ni libros de auto ayuda, dando a entender que la vida te irá mejor y será más bonita si te rodeas de estas cosas. 

Hace muchos años, pasaba por una crisis personal bastante jodida y una buena amiga me regaló un libro. Sé que lo hizo con la mejor intención y yo, me leí ese libro pensando que cambiaría mi vida, que a partir de su lectura vería todo según la famosa ley de la atracción que proclamaba. También hubo un momento que pensé que ya siempre encontraría aparcamiento pues según esta maravilla de libro si concentrabas tus esfuerzos en ello, lo encontrarías. Lo que no me aclaraba es que seguro que lo encontraría, sí, pero claro está, pagando. Tonta de mí, debí intuirlo (entiéndase mi ironía..)

Este superventas “El secreto”, decía algo así como que el pensamiento positivo por sí solo es capaz de influir la vida real. ¿En serio? Fíjate…

Quién me conozca sabrá que soy (o era, ya no lo sé) una persona muy positiva. Sin embargo, ser positiva duele. Y duele especialmente cuando ese positivismo influye negativamente en la vida real, en tus proyectos, sueños, metas, en tu alrededor. Y créanme, yo no he cambiado un ápice. No es que de repente me levante un día y diga: "voy a pensar en cosas negativas, quiero verlo todo negro". ¿Acaso se puede llegar a creer que alguien decida un día levantarse negativamente, actuar negativamente, vivir negativamente? 

No señores, para nada.

Hablando en primera persona, me levanto cada día con la intención de vivir. Una palabra preciosa y todo lo que implica. Vivir el momento, sí. Vivir, amar, trabajar, ser feliz. Pero a veces (locución de tiempo cuya duración no sabemos si es indefinida), aparecen piedras, obstáculos, muros. Te joden. Y te jodes. ¿Y qué haces? ¿Vas hacia aquel rincón de tu mente y piensas positivamente con una sonrisa? Porque claro, eso es lo que proclaman estos libros, “piensa positivo y atraerás cosas positivas”. Pues qué queréis que os diga...

Lo que menos me apetece cuando la vida me golpea es pintar una falsa sonrisa y vender humo puesto que la vida es una sucesión de acontecimientos que no tenemos previstos, es aquello que nos ocurre mientras estamos planeando otras cosas (planear también es vivir) y hay veces que vivimos rachas, épocas, años, que no tienen sentido ni explicación. Y tú sigues siendo la misma persona pero la vida no, la vida te azota una y otra vez, una y otra vez.

Entonces yo, (llámenme rara), en lugar de leerme esas memeces, me rodeo de las personas que me quieren, disfruto de un buen vino, charlo, río, beso, amo, mientras la botella se va vaciando y mi efímera nublada felicidad dibuja una sonrisa embriagada que interiormente me dice…”mañana será otro día”. Quizá con un poco de resaca pero sin duda, otro día.


¿Realidad?
¿Positivismo?
¿Borrachera?

Evidencia...


¿Una copa? 


jueves, 8 de marzo de 2018

8 de marzo.

Algunos hombres se preguntan por qué existe el día de la mujer, otras personas te dicen que no deberían existir días etiquetados como "día de". A mí sin embargo me gusta este día y no sólo por lo que hoy trae implícito desde el punto de vista histórico o lo que puede suponer una huelga a tan gran escala. Simplemente creo que todos los días son el día del hombre porque todos los días os levantáis con más privilegios que nosotras. ¿Acaso queréis celebrarlo? Al contrario, el poder del patriarcado, la educación que nos han inculcado desde pequeños ha hecho mucho daño y sus estragos aún están presentes por lo que es algo que hay que erradicar y no celebrar. 

Los días como hoy (y ya que no se suele hacer muy a menudo) son necesarios para recordar a grandes mujeres que han hecho historia reivindicando el derecho y la igualdad entre hombres y mujeres, tal es el caso de Olimpia de Gouges, gran olvidada y mujer revolucionaria, que fue capaz de redactar el primer documento escrito, "La Declaración de los Derechos de la Mujer y la Ciudadana", anhelando conseguir un trato igualitario entre hombres y mujeres, haciendo hincapié en la lucha por el voto femenino, un voto por el que tanto se ha luchado… 

Es una pena que se olviden estas cosas porque no siempre hemos podido votar, ni siquiera podíamos reivindicar nuestros derechos fundamentales. Si bien, la lucha sigue adelante y tan solo terminará el día en que consigamos tener igualdad de salario,  mismas oportunidades laborales, el día en que un embarazo o tener hijos no sea un problema de cara a mantener tu puesto de trabajo, el día en que la tasa de paro femenino no duplique al masculino, el día en que los estereotipos y roles dejen de estar vinculados a un sexo, el día en que la etiqueta “feminista” no sea una etiqueta despectiva sino un calificativo vinculado al amor, al coraje, a la entrega por conseguir algo que desde los orígenes tenía que haber venido intrínseco. 

Entonces, cuando llegue ese día, podremos exclamar felices: “¡FELIZ DÍA DE LA MUJER!” Mientras tanto mujeres de la vida, MUJERES DE MI VIDA, luchadoras y valientes, sigamos combatiendo...

En las calles, en la casa, en el trabajo, sin miedo a que nos tachen de feministas porque el feminismo es un movimiento social que persigue la igualdad entre sexos y el machismo, su antónimo, no es una opción... es una aberración. 





martes, 13 de febrero de 2018

Sumisión.

Según la RAE la palabra sumisión procede del lat. submissio, -ōnis. Y viene a significar lo siguiente:

1. f. Sometimiento de alguien a otra u otras personas.
2. f. Sometimiento del juicio de alguien al de otra persona.
3. f. Acatamiento, subordinación manifiesta con palabras o acciones.

Películas como “50 sombras de Grey” han hecho mucho daño a la palabra sumisión. Desde hace unos años, ser sumiso está de moda. Dejar que tu pareja o el chico que te pone, te azote, te someta, te torture o practique la asfixiofilia contigo, es lo más. De hecho, no eres nadie si no has visto esa (ya) trilogía y mucho menos eres nadie si no pones en práctica algunos de sus “consejitos” sexuales (como si tuviésemos que darle las gracias al señor Grey porque anteriormente a él, el sexo duro y el sadismo no existían…). Pues bien, yo no voy a entrar en esos sometimientos de índole sexual (no por pudor, claro está), puesto que creo que allá cada uno con lo que haga en su vida sexual. Nadie debería enjuiciar ese tema o discrepar sobre si el BDSM está bien o mal. ¿Acaso tenemos claros esos dos conceptos? El bien y el mal… este es otro tema que sin duda, algún día trataré.

Centrándome... hace tiempo quería escribir sobre algo que me irrita por dentro. Me apena ver cómo en los últimos tiempos estoy rodeada de sumisión. Y para mí, la palabra sumisión en cualquiera de sus connotaciones es negativa. ¿Por qué? Porque no importa el placer que te produzca, es negativo el hecho de sentirte reprimido, dominado, doblegado, avasallado. Ésta, es una sumisión que me asquea, me provoca arcadas y repugnancia. ¿Somos sumisos y acatamos órdenes sin más? ¿No tenemos capacidad de decidir? A veces creo, que nos han implantado un “chip” y que nuestro cerebro solo entiende órdenes y no razones.

Esta sumisión (esclavitud) imperante es realmente desoladora. Y sé que ha existido siempre pero también creo que las cosas deben cambiar a mejor y no ir para atrás. La guerra de Secesión, supuso la abolición de la esclavitud en Estados Unidos, si bien, creo que muchas personas tienen un gen esclavo, ese gen que comparado a un igual se manifiesta en forma de monosílabo “sí”. Sí, a todo. Da igual lo que sea. Lo importante es decir “sí” y cuanto antes mejor. Sí, sí, sí. 

Desde el siglo XIX se ha venido luchando mucho por conseguir mejoras en el terreno laboral, el movimiento obrero, la creación de los sindicatos y la defensa de unas condiciones mínimas en las que apoyarse y que te dignifiquen como persona. Pero es más, se sigue luchando en pleno siglo XXI por obtener principios básicos como el derecho a tener un contrato laboral o el derecho a poder ser madre sin que te despidan de tu trabajo. Si nos conformamos con no tener nada de esto, si nos conformamos con que se haga de nosotros lo que quieran, si nos conformamos con el solo hecho de que decidan por nosotros, si decimos sí, sí y sí… es volver a deshacer todo lo construido, es sentir  una pena intrínseca por mentes jóvenes que viven ancladas en el miedo de años atrás, que viven felices con su sometimiento y que le sonríen cada día. 

¿Estamos locos?¿Cuándo hemos dejado de decidir como personas?

Creo que en los casos más dramáticos se ha llegado a perder la identidad y que vamos “un paso para delante y dos para atrás”. O quizá sea yo que desde hace unos meses todo lo veo diferente.

¿Tan importante es un trabajo como para perder tus principios?
¿Tan importante es quedar bien con todos los que te rodean como para perder tu integridad?
¿Tan importante es sonreír sin tener ganas de hacerlo?
¿Tan importante es esa obediencia como para no tener vida?

Pues sí, tal vez para algunas personas sea importante. Tal vez tú que estás leyendo esta parrafada no entiendas nada. Quizá eres un sumiso o sometido. O puede ser que seas un dirigente o amo.

Para mí, en cualquier caso, eres persona. Algo tan básico que no se debería perder. Si quieres ser sumiso, respeta. Si quieres ser amo, respeta. Defiende la amistad, el compañerismo, la igualdad, la empatía.

Solo a partir de entonces entenderé tu sumisión.

Obligatorio... ¿sí? ¿o no?



lunes, 1 de enero de 2018

Libro nuevo.


Abriendo el primer capítulo del nuevo libro. Sus páginas están en blanco pero esperan ser llenadas de oportunidades y deseos de cosas posibles, especialmente aquellas pretensiones ancladas en lo más profundo y a la vez, querido, esos momentos a compartir con esos seres incondicionales a los que llamamos familia, amigos verdaderos y sinceros que están dispuestos a escribir contigo cada línea, a celebrar cada episodio, a abrazar cada palabra y a emocionarse con cada aventura. 

Ni más ni menos. Los justos. Los auténticos. Los que siempre estuvieron, y están. 

Ni digo feliz (año) ni triste. Simplemente, es lo que toca. Cambiar de dígito, permutar el impar por el par y dentro de 364 días, viceversa. 

Comenzando un libro nuevo... porque ya hace mucho que te fuiste, 2017, ni te recuerdo, ni quiero. 

Bienvenido 2018.

Adelante.


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