domingo, 2 de diciembre de 2018

Cambio histórico.

A pocos días de celebrar los 40 años de la aprobación de nuestra constitución, siento muchísima pena de ver cómo tanta lucha y tanto esfuerzo a lo largo de los años por conseguir el sufragio, un sufragio que ha sido censitario, restringido, un sufragio que nos impedía manifestarnos, que nos segmentaba según la renta o el sexo...  Tanta lucha  por conseguir ese derecho al voto para que luego no se ejerza. Lo acabamos de ver en las elecciones del día de hoy. La abstención no puede ser una opción, joder. El voto es un derecho y hay que hablar, manifestarse. 

La reflexión de esta noche:

Parece que tengamos que estar felices por el cambio; ¿a qué precio? Siento mucha desazón al ver cómo en 2018, un partido de extrema derecha marcado por su política xenófoba, anti-feminista, racista, marque el cauce de un cambio... Yo sin duda no quiero cambios así. No me sentiré jamás representada por un partido que coarte mis libertades como mujer, como ciudadana, como persona. 


A los que sí os sentís representados, tampoco os puedo dar la enhorabuena porque no lo entiendo, no lo comparto, es más, siento vergüenza ajena (y cercana). Mucha. Que el cambio hacia el lado ultraderechista empiece en Andalucía y pueda ser el camino hacia un cambio a nivel más general, me da mucho pavor. Y me parece una abominación. 

Andalucía no me representa. Hoy, más que nunca, me encuentro en tierra de nadie. 

Preparaos para lo que venga. 

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