jueves, 9 de noviembre de 2017

España.

¡Ya está bien!

Llevo tanto leído, escuchado y visto en los últimos días que no sabría cómo organizar lo que siento para poder expresarme. 

Ya está bien de tanto odio, de tanto insulto y tanto rencor. Y lo digo por ambas partes. Si criticamos el fervor nacionalista de los catalanes, no podemos responder con el mismo fervor nacionalista izando y gritando con nuestras banderas. Es lo mismo señores, lo mismo. 

Ya está bien de pedir y exigir democracia, libertad de expresión, derecho al voto, a ese voto que tanto nos costó conseguir y luego recriminar e insultar a un futbolista o a cualquier ciudadano  simplemente por exigir un referéndum legal ni tan siquiera por manifestar un "si" o un "no", tan solo por pretender conseguir unos cauces legales y democráticos. 

Ya está bien de tanto golpe en el pecho y tanto grito de "orgulloso de ser español". Podéis criticarme y darles a vuestros "no me gusta" internos o lo que queráis pero yo no estoy orgullosa de ser española ni tampoco de España. En consecuencia no estoy orgullosa de Cataluña porque para mí, Cataluña, es España. Y por supuesto no estoy orgullosa de ver cómo se está actuando ni mucho menos de estar esperando (mientras la incertidumbre y los ánimos se encienden más) a que él presidente proponga alguna solución. ¿Dónde estás Rajoy? 

Mi concepto de orgullo es otra cosa. Yo siento orgullo de cómo me han educado mis padres, de poder ser una persona libre y decidir qué quiero, siento orgullo de mis seres queridos, de los amigos que te tienden la mano cuando más lo necesitas, siento orgullo de las personas que se levantan día tras día a pesar de las adversidades, siento orgullo de esos valientes anónimos que luchan contra enfermedades, desahucios y otras tragedias. Siento orgullo de los que utilizan la sonrisa como herramienta diaria medicinal y desechan la inquina, la rabia, los insultos, la intransigencia. Siento orgullo de no haber votado al presidente que dice representarnos, siento orgullo de levantarme después de  caerme mil veces e intentar luchar por conseguir mis sueños, siento orgullo de ser transparente y de no callarme ante nada ni ante nadie porque señores y señoras... la democracia es esto: luchar por nuestros derechos, luchar contra las injusticias, luchar contra las desigualdades, luchar, sí, pero no pelear. Luchar con dignidad y desde el respeto. 

Allá cada uno con lo que piense y con sus banderas. Yo los respeto, conste, pero mis banderas son otras. Mis colores son el diálogo, la tolerancia, la diversidad, la igualdad. Porque nos costó mucho llegar a la democracia, porque a lo largo de 40 años la dictadura hizo mella en las desigualdades, en el miedo a manifestar lo que se pensaba, en la humillación clasista e injusta del pobre sometido al rico, al superior, en el temor por levantar la voz si no compartías sus ideales, en el desprecio de la mujer como ciudadana independiente mientras se nos ponían piedras y más piedras en el camino. ¿ Y ahora qué? Hemos conseguido grandes cambios, grandes avances, vivimos en un estado democrático y nos volvemos intransigentes ante ciudadanos de un mismo país. No nos damos cuenta que son los políticos los únicos culpables de esta situación, los que delegan en las masas catalanas el sentimiento de frustración y las ansías de poder mientras los políticos que nos gobiernan responden a su vez con más inquina y más falacias que hasta ellos mismos se creen (o eso pretenden). 

¡Ya está bien! 

España es maravillosa en cualquiera de sus diecisiete Comunidades Autónomas, cada rincón, cada provincia, cada pueblo, cada una de sus gentes, nos enriquece, nos aporta y nos proporciona historia,  arte, cultura, legados impresionantes que tenemos que seguir valorando y también Cataluña porque como dije al principio de esta entrada, para mí Cataluña es España. De ahí tristemente mi afirmación acerca de mi orgullo (o mejor dicho la falta de éste) de ser española. 

Esta situación, esta imagen que estamos dando es deplorable, lamentable. Nada de orgullo. Quizá deberían haber asistido en su día a más clases de historia... menos sumar y más leer, entender, razonar, y es que ya se sabe...


"Los que no estudian la historia están condenados a repetirla... y los que sí la estudian están condenados a ver cómo la historia se repite por culpa de los que no la estudian".



Más amor y menos odio...




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