viernes, 26 de diciembre de 2014

Disfrazando la navidad


Llevaba más de nueve días alimentándome de envases que llegaban hasta mí. Por la noche arrancaba las etiquetas pensando en Iris, pues ella era muy temerosa y bastaba con saber que el yogur era de días atrás, para que irremediablemente enfermara. Yo tenía que cuidarla. Todos los días, papá seguía una rutina ingrata y tediosa recorriendo toda la ciudad, buscando lo no encontrado, anhelando aquello que un día tuvo. A veces lo notaba muy triste aunque sé que él se bebía la mayor parte de sus lágrimas. Sin embargo, dos años y medio habían causado mella en él y estaban acabando con aquello que los mayores llamaban autoestima. Por la noche, papá se sentaba con nosotros y nos contaba historias, a veces leídas, otras inventadas, pero siempre centradas en el amor y en la lealtad. Por ello, a pesar de mi corta edad, sabía lo que significaban esas palabras, más aún desde que tuvo que vender la televisión y nuestro mundo se centró en el aprendizaje de la lucha diaria, de las relaciones humanas alejadas del despilfarro inútil o de los regalos absurdos, “cáscaras vacías” como las llamaba papá, fiestas que en realidad no celebraban nada, tan sólo una aparente felicidad.

Detalles navideños

Se acercaba la navidad, las manos mágicas de mamá se perdieron dos años atrás, pero el olor del asado que ella cocinaba lo seguía teniendo presente, y eso me hacía sentir feliz, era como notarla a nuestro lado, como si su sonrisa diaria o su singular forma de arroparme siguieran vivas. Mientras sigo recordando y sintiéndome dichoso por lo que un día tuve, les he pedido a las personas de este lugar en el que ahora me hallo que me traigan una libreta pues necesito comunicarme con mi mundo, el de antes, el de ahora. En una ocasión, papá me dijo: “las cosas que no se cuentan mueren en los corazones” y yo quiero que todo siga vivo y también quiero escribirle a usted, señor Claus. Comenzaré:
                                             
“Estimado señor Claus; hace unas semanas cumplí once años y desde hace algún tiempo ya sé que usted no existe, tan sólo hay personas que durante estos días navideños se disfrazan bajo un traje rojo y unas frondosas barbas blancas intentando hacer más felices a los niños, colmándolos de regalos y caprichos. A mí también vino a visitarme uno como usted hace años aunque creo que ahora ha olvidado mi dirección postal. El hueco de su entrañable visita fue reemplazado por el de un guardia misterioso vestido de negro, un agente que no dibujó ninguna carcajada sonora tan típica de usted, sino que trajo al hogar una invitación para realizar un nuevo viaje, un éxodo sin destino marcado. Esta noticia dejo a papá muy apenado y sin poder articular palabra. Era como si aquel documento hubiese venido acompañado de un doloroso mutismo.

Eran vísperas de nochebuena y a mí me gustaba mirar por la ventana el pestañeo de aquellas luces de colores, claridad que echaba de menos en nuestras paredes. Unos iban, otros venían, cargados de bolsas y grandes paquetes. De repente, no sé qué me pasó pero eché a llorar como un crío. Tal vez tenía demasiada hambre, quizá envidié aquel fantástico coche con el que Adrián jugaba en la calle o simplemente me encapriché de algo ajeno. Ahora me arrepiento señor Claus, pues fue ese instante cuando papá no aguantó verme llorar, desesperado salió corriendo de casa y rompió aquel cristal de la gran galería. Velozmente trajo consigo bastante comida, chocolatinas y velas, llevándose a la habitación una misteriosa bolsa. ¿Lo entiende, señor Claus? Yo fui el único culpable, por haber derramado aquellas lágrimas, por haber dejado salir de mi interior a ese niño que vive en mí.

Ojalá pueda llevar esta carta a mi papá, o mejor aún; ¿es usted juez? ¿puede ayudarme y valorar lo que pasó? Me hicieron creer que en esta vida los malos eran castigados y los buenos premiados, ¿acaso me han engañado? Mi papá es del bando bueno, créame.

Señor Claus
Mi apreciado gordinflón; ¿es usted político? Los políticos hablan mucho y discursean acerca de una vivienda y trabajo digno; ¿acaso no es digno el oficio de ser padre? En ese gran saco de regalos que lleva encima, hay algunos que faltan. Son aquellos que no ocupan espacio físico, aquellos que no se compran pero sí se sienten, aquellos que tenemos que encargarnos de hacerlos crecer día a día. Si usted quiere, mi papá puede enseñarlo.

Mi regordete bonachón, usted que tanto aprecia a los niños; ¿es acaso sacerdote? ¿Podrá perdonar a mi papá aunque haya incumplido uno de los mandamientos? En la iglesia, muchos como usted defienden la unión familiar, predican el amor, la amistad, promulgan buenos deseos y paz para todos. ¿Nosotros no merecemos esa paz? Muchos actos son justificados. ¿Acaso el de la desesperación no entra en su lista?

Mi querido Santa, ya no le retengo más. Allá donde esté, llévele esta carta a mi papá y dígale que prefiero verlo a través de la oscuridad generada por nuestras lámparas de cera y poder sentir su mano, antes que estar rodeado de esta luminosidad del hogar en el que ahora habito. Dígale también que prefiero mi vacío de estómago antes que esta gran comilona ausente de afecto y ternura. Pero sobre todo, dígale que ahora entiendo porque no lo emplean en ningún sitio, que no esté triste, porque su mejor oficio es ser papá y eso, señor Claus, no se compra ni se vende”.



domingo, 7 de diciembre de 2014

¿Vivir soñando?

¿A dónde irán los sueños cuando no los conseguimos? Porque a algún sitio tienen que ir... Aunque parece que al final los sueños no son más que una excusa, la excusa perfecta para vivir pero claro, esos sueños a veces también se convierten en la mirada nostálgica de lo que nunca fuimos capaces de ser y de lo que quizá nunca seremos….
¿Se puede entonces vivir sin sueños?

¿Vivimos sin expectativas con los pies en la tierra y sabiendo por dónde y cómo debemos ir o nos dejamos guiar por esos sueños difíciles de conseguir pero que a su vez nos resultan gratificantes como para poder levantarnos cada día?
Moflete. Muñeca (3)

Anoche soñé que al fin podía soñar que soñaba contigo





viernes, 5 de diciembre de 2014

Memories

Ella no solía recordar los sueños, de alguna manera se había acostumbrado a no poder contar a los demás sus bonitos deseos o tortuosas pesadillas. Sabía que había tenido un mal sueño porque se despertaba de madrugada y algo la inquietaba, algo que no la dejaba seguir durmiendo plácidamente. ¿Príncipes azules o principitos que se convertían en ranas? Aquella mañana, sin embargo, algo cambió. Pasó de vivir en la oscuridad a conocer la luz, sin ni siquiera pedirlo, sin esperarlo.

Muñecas sepia (2)
Algo había cambiado dentro de ella y a partir de ese día, no le hizo falta recordar sus horas de somnolencia porque pudo sentir que la vida no era eso que hasta entonces había imaginado sino que la vida es caer y levantarse, y volverse a caer y volver a levantarse; que la vida es alegrarte los viernes y fastidiarte los lunes; es reír y llorar, es abrazarte a quien merezca tus abrazos, porque en definitiva, la vida es eso: soledad y compañía: buscada e involuntaria, anhelada o desdeñada; ¿qué más da? 

sábado, 29 de noviembre de 2014

Muñeca de trapo

En ocasiones, haces una fotografía y a posteriori te surge una idea, una historia, algo que te transmite y que quieres contar a través de ella. A mí, personalmente es lo que más suele ocurrirme. Si bien, hace un par de años hice una serie de fotos relacionadas con las muñecas y ahora quiero recordarlas aquí en el blog y escribir unas líneas, algo que éstas me evoquen. 

Aquí va la primera: muñeca de trapo. 


Color. Muñeca (1)
No es solo un corazón de trapo ni tan solo una muñeca de harapos. Con solo un gesto, sonreirá. Con una palabra, radiante se verá y con  mirada, feliz será. 

Por ella disfrutarás y también por ella, pelearás. El final de su viaje de ti dependerá: ¿la guardarás en el desván o querrás compartirla con los demás?

domingo, 10 de agosto de 2014

Nicotina de besos

Como humo gris e intoxicado te saboreo sin prisa, jugueteando, aplacando mis ganas, anhelando encontrar ese aroma adictivo diario. 

Me engancho a la droga de tus besos,
te descubro,
te huelo,
te indago,
te miro,
te saboreo.

Y sigo aspirando lentamente este dulce veneno, quizás porque sé lo que de él puedo esperar, quizá porque sé que sin ellos no quiero estar.

Como humo gris e intoxicado busco y encuentro ese beso, y así, de repente, consigo toparme con el sabor de tu risa en mis labios, sintiendo la mejor de las condenas, sintiendo desaparecer en ellos.



Enganchada...


lunes, 4 de agosto de 2014

Cumpliendo

Cuando eres pequeño, solamente quieres cumplir años para celebrarlo con una gran fiesta con tus amigos y de paso, que te llenen de regalos. Poco a poco va pasando el tiempo y los cumpleaños van tomando otro sentido. Sin embargo, para mí siempre serán un motivo por el que festejar. Me gusta cumplir años y me encanta hacer balance de ellos, de lo que éstos me han ido enseñando y de lo que aún tendrán que mostrarme.  

Hace unos días cumplí 33. Nunca negaría mis años pues los he vivido con la intensidad que he querido y nada tendría que negar. Todos, los 33 han sido importantes, y todos han estado marcados por algo, por alguien, por mí. 33 ciclos de aprendizaje, de volver a empezar, de equivocarse, aprender, sufrir y ser feliz. Hace unos días cumplí 33. La edad de Cristo, eso dicen. Algo constantemente repetido por muchos.

Supongo que una vez que cambias de dígito y pasas la franja de los 30 ya te da igual, total es cambiar de número. De repente un día nos levantamos y cambiamos el 2 por el 3. ¿Qué cómo me siento? Igual. Me siento absolutamente igual, es decir, de maravilla.

Qué ilusa fui cuando cumplí los 30 y me entró aquella crisis existencial. Qué idiota. Un amigo me dijo por aquel entonces: "acuérdate que lo mejor está por llegar, a partir de los 30" y yo me asombraba y recordaba con mucha nostalgia todo lo vivido hasta entonces: años de instituto, tiempos de universidad, cambios de ciudad, personas que llegaron y te marcaron, primeras veces, experiencias laborales, grandes aventuras, viajes secretos, salidas imprevistas y un sinfín de cosas. Por ello escuchaba aquellas palabras como absurdas, ¿lo mejor? mientras tristemente fruncía el ceño a mi pasado.

Es tan cierto que todo lo mejor estaba por llegar. Cumplir años es vivir: amar, sentir, rodearte de la gente que te quiere y de todos los que tú has escogido para que formen parte de tu día a día. Llegar a ese momento en que sabes lo que no quieres para tu vida y tener la suerte de encontrarlo, de encontrarte. Buscarte a ti misma, conocerte y valorar esa vida por la que merece la pena luchar. Porque aunque haya días grises, intentas buscarle otra gama de color y ese otro aliciente que necesitas.

Por ello, no se trata de añadir años a la vida, sino de dar vida a los años. La vida tan sólo está hecha de momentos y ocupar esos momentos, compartirlos, atraparlos depende solo de nosotros. Yo quiero seguir sumando momentos, y espero venir el año que viene a escribir mi parrafada y seguir divagando aquí con vosotros, con ti go, con mi go.



domingo, 20 de julio de 2014

Huida

Creo que a veces huir no es la solución. Sobre todo no es la solución cuando realmente no se huye, solo esquivas algo, lo dejas a un lado, pero no tienes fuerzas suficientes para huir tal y como el significado de la palabra indica. Tan sólo es algo momentáneo pues tal vez estás huyendo físicamente pero no mentalmente. Y es que esa huida, la huida mental, es realmente funesta. Te has ido de ese lugar, lo has dejado atrás, pero el poder mental es de tal magnitud que no puede enterrar esos recuerdos, esas vivencias que tanto te han jodido. Y digo jodido porque si quieres huir de ahí es porque para nada han sido instantes gratos. ¿Acaso querríamos huir de esos efímeros instantes de felicidad que la vida nos regala? 

Creo en la maldad de la gente, y por tanto, creo que hay gente mala. Muy mala. Que viven para hacer el mal. Que se ríen del débil y de la vulnerabilidad que en determinados momentos todos podamos presentar, gente con la sonrisa maligna y cuyo único objetivo de cada mañana al despertar es planear una nueva malicia. Paradójicamente, esta gente, en muy alto porcentaje, es la más afortunada, gente a la que le regalan todo, gente a la que la vida les sonríe, que no conoce el esfuerzo diario de lucha, gente sin ningún tipo de valores pero gente que todo lo tienen. Gente que para nada son personas sino simplemente eso: gente.


Fábrica abandonada
Creo que hay pérdidas, dolores que no se oyen. Cuando un vaso se cae al suelo, éste se rompe y se hace añicos habiendo escuchado a la medida que cae un estrepitoso ruido; sin embargo, hay sonidos internos que solo los oyes tú pues vienen de lo más hondo de tu ser y a la vez son los más importantes y quizá los que deberían emitir más ruido pues vienen de ahí, de lo más profundo de tu corazón, y causan realmente daño. El corazón, sin embargo, grita y solo lo oyes tú. El corazón se rompe y lo hace en silencio. Tu corazón grita y nadie te oye. Nadie lo oye. Nadie lo cura. Tan sólo tú y tu voluntad.

Creo que a veces huir no es la solución, tan sólo el principio de todo. 




lunes, 14 de julio de 2014

Recuerdos

Se levanta temprano, desganado. Espera el devenir de un nuevo día, día que sin duda, ya le pesa. Se levanta temprano porque no hay nadie que lo retenga en la cama, ni mucho menos en la casa. Desde hace años las paredes de su hogar solo habitan para él y su voz reverbera en el vacío infinito. Se levanta temprano, hastiado. Sin ganas de salir a pasear pero su punto de encuentro le espera, su avenida, su playa, su cielo. 

Una vez allí, en su punto diario de parada y afligido en aquel lugar, rememora todas sus vivencias, los paisajes compartidos en cada rincón, los besos entregados en cada recoveco de la ciudad que lo vio crecer y enamorarse, y todos los recuerdos de aquel amor pasado. De su único amor. De aquella voz que tanto anhela y que un día marcho de su lado.

Abuelo meditando...en Cádiz.
Se marcha otro día, se despide de su atardecer y desanda el camino a casa con la misma melancolía y con la única certeza de saberse solo pero sobre todo con la única evidencia de que no es lo mismo siempre que eterno. 

jueves, 26 de junio de 2014

Caminos

Hay noches como ésta, en las que necesito escribir, divagar, reflexionar, quizá sin coherencia, sin orden alguno tal y como realmente sucede en esta maldita vida. Porque hoy estás aquí, ¿y mañana? Porque hoy puedes elegir tu camino pero tal vez mañana tengas que escoger un desvío o lo que es peor, te lleven por un desvío que no has elegido. 
En ocasiones las cosas, los sucesos, las personas, no son como nos gustaría que fueran/sucedieran. Ni siquiera nosotros mismos somos lo que queremos ser, y lo que es peor, tampoco nos dejan serlo. Podemos optar por dibujar nuestra vida, nuestros sueños, trazarlos sin miedo, sin goma de borrar y aprender de lo dibujado porque cualquier esbozo, cualquier trazo, seguro que nos sirve para algo. O eso al menos dicen los entendidos. Yo ya no lo sé. No sé nada. 

Carmen...paseos por Almedinilla
¿Luchamos por lo que deseamos? Quizá si cogemos ese lienzo que es la vida intentamos plasmar el mejor colorido y conseguimos no rendirnos antes de empezar porque al fin y al cabo cada emoción, cada alegría, cada fracaso tiene un color. De ahí los días negros, grises y coloridos. Ni mejor, ni peor, simplemente las cosas de este mundo multicolor. (Y tan jodidas, por cierto).

Tantos caminos. Tantos desvíos. Tantos errores.

Y a pesar de todo, a pesar de estos días negros, a pesar de estos sin sabores, siempre habrá un acierto; mi mejor acierto: tú.  

lunes, 9 de junio de 2014

Felicidad

Felicidad. Ese concepto sobre el que tanto se ha hablado, se habla, he hablado.  Felicidad.  Y seguimos sin poder describirla. ¿Quizá sentirla?

Experimentar la extraña y cruel sensación de estar feliz y triste a la vez. Experimentar la extraña y cruel sensación de estar feliz y no poder compartirlo plenamente con tus seres queridos, anhelarlos, quererlos, necesitar ese abrazo, esa caricia, esa palabra reconfortante.

Felicidad. Ese ambiguo concepto buscado en libros de antaño, en diccionarios y estudios  de eruditos.

Mercado medieval
Si alguna vez te has topado con ella, atrápala. Sonríele, luce tu mejor vestido. No trates de entenderla, no la juzgues, no la retes, simplemente vive, siéntela. Solo entonces y quizá podrás y sabrás valorarla.

Felicidad. Ese jodido concepto…


domingo, 1 de junio de 2014

Mi tiempo

Dicen que el tiempo es una magnitud física creada para medir el intervalo en el que van sucediendo las cosas, los acontecimientos.

Yo no entiendo de física y tampoco tengo ganas de leer sobre ello, entiendo de tu tiempo, del mío, de ese que compartimos, entiendo del tiempo que creamos diariamente, de ese que no necesita relojes, de ese que se para cuando estamos juntos, de las horas convertidos en minutos si tú estás con mi go. 

Yo no entiendo de física y tampoco quiero estudiar, prefiero sentir, no contar los segundos ni los días a tu lado, con ti go. Prefiero vivir y aprovechar cada instante, reír hasta que me duela y de rebote, llorar. Dibujar la esencia del amor, oír voces de la gente y escuchar solo tu voz. 

Dicen que el tiempo es una magnitud física, para mí es mucho más sencillo, sin complejidades matemáticas, sin fórmulas, ¿mi tiempo? estar o no estar contigo, esa, es la medida de mi tiempo. 

Detalles...by; Joan.

miércoles, 28 de mayo de 2014

Words

Me dijeron que las palabras se las lleva el viento, pero es mentira. Las palabras son pesadas y caprichosas, por eso vienen a resonar en la ausencia haciendo eco y repitiéndose, sobre todo, aquellas palabras que nos hicieron daño. Ni siquiera el vendaval más fuerte se las puede llevar.

Es curioso que siempre lo más importante suele ser lo más difícil de decir. A menudo por mucha confianza que tengamos con ciertas personas resulta cruel decir ciertas cosas y optamos por el silencio, sin saber que eso aún hace mucho más daño. Pero claro, en esos momentos no encontramos palabras que hagan justicia a lo que pensamos o sentimos. Las palabras son sólo un resumen, y los resúmenes no sirven para hablar de ciertas cosas y más aún si de sentimientos se trata.

Las palabras no lo cubren todo, tienen límites. Por eso muchas de esas palabras nunca llegarán a ser pronunciadas por miedo; quizá, por prudencia; puede ser; por no hacer daño, tal vez.

¿Cómo lo digo? Cuántas veces nos hemos preguntado eso...

Palabras íntimas, palabras públicas. Palabras sinceras, palabras adornadas. Malditas palabras que hasta para maldecirlas hay que emplearlas.


Flor en tus manos




Palabras presentes en lo malo, palabras presentes en lo bueno. Cuando ni siquiera nos damos cuentas que hay situaciones y sentimientos que no requieren palabras, como el amor por ejemplo, que no hay que decirlo sino tan sólo demostrarlo. Si tienes la suerte de encontrar a esa persona que con cada gesto te demuestre su amor, si tú también puedes demostrárselo con una simple mirada o con una sonrisa compartida en la absurdidad más profunda, entonces siéntete afortunado, siéntete libre de necesitar palabras que acorten las horas a su lado, siéntete evadido de vocablos que limiten lo que sientes, y ama, expresa tu pasión con besos, cubre los silencios con caricias y congela los momentos a su lado; para hoy, para siempre. 


lunes, 12 de mayo de 2014

Abstraída

Ella, absorta en sus pensamientos, piensa en todo lo que dejó atrás de su tiempo más presente y  al igual que las olas, se deja llevar por sus actos más inmediatos. Palabras desordenadas que vienen y van, sin orden alguno. Palabras aleatorias movidas al son del oleaje y mostrando el más bonito de los vaivenes. Solo ella sabe hacia dónde se dirigen sus ideas y reflexiones, quizás inventadas, quizá sucedidas, quizás anheladas.
Ella, sumida en sus pensamientos, no mira hacia atrás, pues hace tiempo que mirar a sus espaldas le produce desasosiego. Callada y como si de una peculiar efigie se tratara, no baja la mirada ni se inmuta por tu presencia. Días de felicidad y de amor, vienen a su mente. Días de tristeza y melancolía, días compartidos y solitarios, días que sin duda, la hicieron más fuerte.

Málaga
Ella, cautiva en sus pensamientos, hablará tan sólo cuando quiera hablar y con quién quiera hablar porque ese es su momento y en ese instante es feliz. Al aire libre, con esa bella estampa ante sus ojos, compartiendo y agradeciendo el espacio conjugado de naturaleza y humanidad. No existen los miedos, ni rencores, sólo ella y su silencio. Precioso silencio plantado en ese atractivo lugar.


¿Hacia dónde irá?
¿Dónde irán las frases que no pronunciamos?
¿Dónde irán los silencios que compartimos?



Ella, absorta en sus pensamientos, sabe perfectamente que una palabra callada puede ser la que mejor se expresedesde el silencio.

lunes, 28 de abril de 2014

Recuperando su inocencia

Su tez era blanca, y sus labios rosados. Su piel era tan nívea como un armiño. Y su cabello, aún cuándo estaba encrespado resultaba agradable de acariciar.

Foto realizada y cedida por Josu_Sein

Con el tiempo, su rostro se fue desfigurando. Nadie sabía que le había pasado pero ya nada era igual. Sus quehaceres diarios, su rutina, su único motivo de iniciar cada día ya no estaba. Y ella, no era la misma. ¿Había perdido su inocencia?

Su sonrisa, pura y sincera, había pasado a convertirse en una tímida sonrisa amortiguada. A veces forzada para intentar hacer feliz a las pocas personas de su alrededor, a veces desdeñosa y desganada. A veces, simplemente invisible.

Con el tiempo, su rostro se fue desfigurando a causa de los litros de lágrimas vertidas. Lágrimas que tenían un dueño, lágrimas incomprendidas, lágrimas que implicaban a personas sin ni siquiera ella quererlo, lágrimas que arraigaban de lo más profundo de su corazón.

Su alegría, sus ganas de jugar y de compartir, su energía y optimismo se convirtieron en apatía, melancolía y una pesada languidez. Ya nadie quería retozar con ella o tal vez era ella la que no quería apostar por nadie. ¿Había dejado de sentir? ¿Dónde quedó su inocencia?

Con el tiempo, su rostro se fue desfigurando pero lo más llamativo fueron sus lágrimas, cuajadas. Lágrimas negras provenientes de lo más profundo de su ser. Lágrimas que tomaron ese color como adverso era su presente. ¿Dónde quedó su inocencia? ¿Acaso podría recuperarla?

lunes, 14 de abril de 2014

Exhausta


Se cansó de teorías. Se cansó de estúpidas y complejas teorías. Se cansó de todo lo que habían planeado para ella. Una vida color de rosa, le decían. ¿Rosa? ¿Dónde estaba ese color?

Una mañana, de repente, se había convertido en otra persona. Una mañana, había llegado su vejez y con ello se dio cuenta de su presente, de lo que realmente tenía: nada.

Sintió ese vacío, esa sensación de asfixia. ¿Y ahora qué? Sin duda, había dejado atrás su vulnerabilidad.

Me sentí mal haciendo la foto....en calles de Málaga
Las promesas, fueron olvidadas. Su familia, en el empeño de ayudarla, también. La única persona a la que se había entregado en cuerpo y alma, la única persona que podía aliviar su pena la había traicionado, y olvidado. La única persona a la que se había entregado en cuerpo y alma era incapaz de comprenderla, incapaz de empatizar.


Se cansó de teorías. Se cansó de vomitar palabras que ni siquiera eran escuchadas.

Fue tal su desolación que a la calle marchó. En busca de nada. En busca de nadie. Tristeza, amargura, melancolía, ira, rabia, odio, pesadumbre. Soledad. Maldita soledad.

Una mujer que nunca había odiado a nadie. Una mujer que había sido feliz, alegre y optimista, se veía hundida en la más profunda de las miserias. Su luz se fue apagando poco a poco, aunque allí, en medio de todos, en medio de nadie, podía pasar tal vez, más desapercibida.


lunes, 24 de marzo de 2014

Gran Angular II

En plena noche de invierno, Erika, llegó al hotel que diez años antes había visitado y compartido en tan grata compañía. El recepcionista aún la recordaba y la recibió lleno de alegría. Si bien, la respuesta de ella no fue la misma. Para sus adentros, aquel hombre percibió una gran tristeza en el rostro de aquella mujer y una frialdad que para nada tenían que ver con la huésped de hacía tiempo.

Ciertamente, algo la había hecho cambiar durante todo ese tiempo. Algo que no la dejaba avanzar, seguir con su vida. El recepcionista la acompañó hasta la suite principal y una vez allí, Erika pidió que no la molestaran. Minutos después y antes de desalojar su maleta, se dirigió al mueble bar y sacó una botella de vodka. Ella sabía mejor que nadie lo que necesitaba.

Más tarde, sintió la necesidad de pasear, sentir el frío en sus huesos y el olor de la noche que comenzaba a caer.

Callejeando por Girona
Salió a la calle, confusa, pues el vodka mezclado con los analgésicos no le habían dado buen resultado. Deambulaba sin rumbo, pero sentía la obligación de dejarse llevar por la soledad y oscuridad que aquellos callejones le transmitían, sentirse perdida por aquellas callejuelas de encanto singular que años atrás fueron mágicas.

Había llegado a la ciudad para encontrarse consigo misma, sin embargo, avanzaba y retrocedía, la conmovían algunas voces de vagabundos solitarios y sonidos de las casas que aún a esas horas seguían vivas.

De repente, algo llamó su atención. Una fachada perteneciente a una librería antigua, demasiado. Unas rejas que separaban unos cristales rotos a través de los cuáles pudo asomar su cabeza y percibir un inconfundible olor a cerrado, a viejo. Consiguió echar un vistazo rápido y pudo constatar una gran cantidad de libros amontonados, unos encima de otros, llenos de suciedad y carcomidos por miles de años a su paso. Tratados de filosofía, historia, política. Libros de leyes, novelas de suspense, de intrigas, de amor, yacían sobre capas de polvo y telarañas.

Por un momento meditó sobre todos aquellos capítulos desaparecidos, comienzos perdidos, finales sin inicio, principios sin final. Pensó en algunos de sus posibles protagonistas salidos de aquellas páginas y que hoy día aullaban perdidos entre aquellas cuatro paredes, buscando descansar, quizás. Buscando salir, tal vez.

No supo exactamente cuánto tiempo había transcurrido mientras quedó absorta en sus pensamientos, si bien, la noche se hizo aún más patente y la oscuridad era absoluta. Un ruido al final de la calle la hizo huir de su ensimismamiento.

Un escalofrío recorrió su cuerpo.

¿Qué estaba sucediendo?
¿Acaso aquel estruendo era fruto de un disparo, de un asesinato?


Con miedo, consiguió refugiarse en un aparatoso portal del edificio contiguo a la fachada de la librería. Con entrecortados suspiros y temblores delicados vio pasar una sombra.

Lo que Erika no sabía es el significado que iba a acarrearle aquella sombra. Una sombra que la estaría persiguiendo desgraciadamente durante mucho tiempo, una sombra que se convertiría en una prolongación de ella misma.


lunes, 3 de marzo de 2014

Gran angular

El único momento en el que parecía evadirse un poco era cuando saciaba su adicción a la cafeína. Desde primera hora de la mañana deseaba un café largo que la despejara de golpe y le hiciera olvidar la tortura de las pesadillas que la perseguían durante la noche. Nada más caer en la cuenta retiraba lo dicho deseando volver a dormirse, pues el terror diurno las superaba con creces.

Su mente la controlaba. Lo tenía claro. Pese a ello no podía hacer nada: su ira y frustración iban en aumento y la impotencia se apoderaba de ella.



Buscando luz...carnicerías reales (Priego de Córdoba)

La mayor parte del tiempo se sentía la única culpable, y esa culpa le provocaba, además, una rabia contenida que no sabía cómo descargar. Había permitido que los acontecimientos desembocaran de forma tan trágica, que simplemente ocurrieran, y sin una alternativa a su alcance, se había resignado a convivir con ella.

La llamaba: mi otro yo.


Esa faceta que todo el mundo tiene pero solo algunos, desafortunadamente, logran encontrar. Ese lugar oscuro que reside en lo más hondo del ser, en la parte más recóndita del corazón. Ese malvado doble que nadie querría conocer; ni invitar a comer en familia. 

Ese estado en el que te sientes el pasajero de un coche que se dirige sin control hacia un precipicio. 

Esa alma que todo el mundo cree tener hasta que descubres que la has matado lentamente a golpes, en una brutal paliza.


domingo, 12 de enero de 2014

Un día cualquiera


Se levanta temprano, desganado. Espera el devenir de un nuevo día, otra jornada más de sus 89 largos años, que sin duda, ya le pesan. A pesar de ello, agradece poder ver el sol un día más; ¿o quizá no? Para sus adentros se pregunta abatido: “de qué sirve, de qué me sirve si…” No encuentra respuestas y derrotado, sigue conformando su única realidad presente.

Se levanta temprano porque no hay nadie que lo retenga en la cama, ni mucho menos en la casa. Desde hace años las paredes de su hogar solo habitan para él y su voz reverbera en el vacío infinito de una casa tan grande, de una morada que un día estuvo repleta de gente: retoños que fueron creciendo, zagales que se hicieron mayores, que partieron y formaron sus familias, adultos que se fueron, unos para siempre, otros eternamente. Porque no es lo mismo siempre que eterno.

Paseo mañanero (Priego)

Se levanta temprano, moribundo. Tose con fuerza y se tambalea mientras consigue llegar a la cocina y logra poner a calentar su particular cazo de leche, esperando sosegadamente a que hierva y ansioso de poder añadirle su cucharada diaria de miel, tal y como ella lo hacía. Absorto en sus pensamientos se ensimisma cabizbajo; “Buenos días, ¿cómo has pasado la noche?, ¿se está bien allá arriba? Hazme una señal, algo a lo que me pueda agarrar".


Se levanta temprano y a pesar de la intermitente lluvia, marcha hacia su paseo matutino, el mismo recorrido que antes realizaba acompañado. A veces lo escuchan hablar solo. La gente murmura a su alrededor pero a él no le importan esas habladurías. Son sus recuerdos, sus vivencias, sus paisajes compartidos, en cada rincón, en cada esquina. Que hablen lo que quieran, mis pensamientos solo serán míos. Se levanta temprano, con la única ilusión de poder escuchar ese susurro que tanto anhela, esa melodía que brotaba de aquellos labios que lo acompañaron durante más de 60 años.

Se despierta temprano pero ni siquiera amaga a levantarse. Ese día está cansado, se siente más viejo de lo normal, fatigado, hastiado de la vida. Una tímida sonrisa surge en su rostro cuando escucha entre su ceguera y desvarío: “Agárrate de mi mano, no tengas miedo. Ya nunca más estarás solo. He venido a buscarte, he venido a encontrarme contigo”.



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