miércoles, 28 de mayo de 2014

Words

Me dijeron que las palabras se las lleva el viento, pero es mentira. Las palabras son pesadas y caprichosas, por eso vienen a resonar en la ausencia haciendo eco y repitiéndose, sobre todo, aquellas palabras que nos hicieron daño. Ni siquiera el vendaval más fuerte se las puede llevar.

Es curioso que siempre lo más importante suele ser lo más difícil de decir. A menudo por mucha confianza que tengamos con ciertas personas resulta cruel decir ciertas cosas y optamos por el silencio, sin saber que eso aún hace mucho más daño. Pero claro, en esos momentos no encontramos palabras que hagan justicia a lo que pensamos o sentimos. Las palabras son sólo un resumen, y los resúmenes no sirven para hablar de ciertas cosas y más aún si de sentimientos se trata.

Las palabras no lo cubren todo, tienen límites. Por eso muchas de esas palabras nunca llegarán a ser pronunciadas por miedo; quizá, por prudencia; puede ser; por no hacer daño, tal vez.

¿Cómo lo digo? Cuántas veces nos hemos preguntado eso...

Palabras íntimas, palabras públicas. Palabras sinceras, palabras adornadas. Malditas palabras que hasta para maldecirlas hay que emplearlas.


Flor en tus manos




Palabras presentes en lo malo, palabras presentes en lo bueno. Cuando ni siquiera nos damos cuentas que hay situaciones y sentimientos que no requieren palabras, como el amor por ejemplo, que no hay que decirlo sino tan sólo demostrarlo. Si tienes la suerte de encontrar a esa persona que con cada gesto te demuestre su amor, si tú también puedes demostrárselo con una simple mirada o con una sonrisa compartida en la absurdidad más profunda, entonces siéntete afortunado, siéntete libre de necesitar palabras que acorten las horas a su lado, siéntete evadido de vocablos que limiten lo que sientes, y ama, expresa tu pasión con besos, cubre los silencios con caricias y congela los momentos a su lado; para hoy, para siempre. 


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