lunes, 22 de noviembre de 2010

Volviendo a escribir

Estaba pensando que hacía mucho tiempo que no venía por aqui. Y no es que no me guste hacerlo. Es que a veces se me olvida que tengo blog.

Entonces escribo y escribo pero no subo nada. Tampoco es que lo suba a la competencia. Son cosas que escribo y que ni fotolog ni blogspot sabe. Mucho mejor, ¿verdad? De todas formas también hay cosas que no se cuentan y que dicen, mueren en los corazones.

No voy a hacer promesas que no sé si quiero o voy a cumplir pero sí, quiero venir aqui al blog más a menudo y escribir. Escribir historias inventadas, soñadas, historias reales y ficticias. Historias que entretengan y que puedan hacer llegar de alguna manera a los pocos que os soléis pasar por aquí. Y mejor así (lo de pocos, quiero decir) siempre me asustaron las multitudes.

Me gusta esta "intimidad" del blog. Y lo pongo entre comillas porque no estoy loca y sé que para nada hay intimidad en algo que estoy subiendo públicamente pero sí me gusta que este rincón sea más pequeño y cálido que otras redes sociales. Primo, te sigo leyendo aunque no te diga nada y riéndome con tus historias. A tí también Súper, bien bonito que lo tienes.




Como digo, aquí estoy de nuevo.

Lo sé, tal vez huela un poco a cerrado y es que hacía algún tiempo que no me alojaba por aquí, y menos aún con la intención de quedarme, pero sí, hoy vuelvo para quedarme. Puedes pasar si es de tu agrado, sí, tú que estás leyendo, a mí me encantaría y ya sabes que siempre has sido y serás bien recibido.

Hoy vuelvo a abrir esta ventana para que corra el aire, para que entre luz y quede atrás la oscuridad de los días en los que todo parecía teñirse de errores, de falsos positivos, intentando y consiguiendo colorear de nuevo esas ganas de seguir aprendiendo, luchando y en definitiva viviendo.

El espacio como siempre se intentó pretende ser al menos acogedor. Ni muy pequeño como para sentirse incómodo, ni demasiado grande como para meter mentiras.

De nuevo y como siempre, estáis invitados.

miércoles, 8 de septiembre de 2010

Hace tiempo

Hace tiempo que me cuesta escribir, hace tiempo que intento narrar y plasmar todo lo que siento, sin embargo, no me salen más de dos renglones seguidos. Quizá sea la apatía que me invade, la dejadez, o simplemente el vacío interior. Es jodido sentirse así, es realmente jodido sentir que todo te da igual. Tu gente de alrededor, lo que antes eran tus hobbies y aficiones, tu vida laboral, y hasta tú mismo. Es un vacío difícil de explicar y supongo que para quién no lo haya sentido también será difícil de entender. De todas formas no escribo para que nadie me entienda, no pido ayuda ni tampoco consuelo, simplemente escribo al vacío, a otro vacío, al del blog. Porque sí, porque hay algo que me dice: “Inténtalo de nuevo, tal vez hoy puedas hacerlo”.

Estación de Málaga

Y créanme que lo necesito. El arte de escribir como simple afición puede dar muchos placeres a la vez que muchos disgustos pero al mismo tiempo sirve como terapia y sin duda sale mucho más barato que ir al psicólogo , lo que se agradece bastante. Además como digo, puedes tener resultados bastante positivos. Al menos mientras estas líneas están saliendo, la botella de vino albariño que tengo justo a mi lado va mermando (todo será más fácil, continúa) y la intensa lluvia que está cayendo ahí fuera se ha colado por mi ventana, ha penetrado en mi rostro y resbala de manera caudalosa por mis mejillas. Si sigo bebiendo y la lluvia sigue aumentando tal vez tenga que dejar de escribir o tal vez salgan las palabras a oscuras, sin ser revisadas porque mis ojos rojos, hinchados y deshidratados apenas me permiten seguir viendo el presente teclado del ordenador.

¿Es raro, verdad? (Bebe un poco más, viajarás a ese lugar al que tanto te cuesta llegar). Es raro que no me salgan las palabras porque además siempre he escuchado decir que los mejores escritos siempre salen cuando uno está triste, bajo de ánimo, y realmente vacío. Aunque claro, supongo que eso se dará en el caso de los escritores y compositores puesto que al igual ocurre con las canciones. Si os fijáis la mayoría de las canciones suelen hablar de desamor; ¿por qué? Pues sencillamente porque cuando uno está enamorado y felizmente acompañado no pierde su tiempo (por así decirlo) en escribir letras bonitas ni en cantarle a su enamorado. Simplemente vives el momento porque ya se sabe, todo tiene un fin así que mejor vivir el presente y cuando llegue el futuro ponerte a escribir porque total no habrá futuro muy lejano con esa persona de la que estés enamorado, por muchos planes que hagas o porque mucho que te ilusiones si algo he aprendido es que todo, como digo, TODO tiene un fin. Es por eso que normalmente salen los mejores escritos y más sinceros cuando uno está afligido de la misma manera que se le canta al desamor, a los amores imposibles y a los no correspondidos.

Estos últimos amores son muy importantes, quizá los más. Y al mismo tiempo son los que más pena causan a la gente, los que más películas han generado y más libros han encauzado en tema central. Y es que la mayoría de las historias de amor hablan de personas que se enamoran entre sí, pero, ¿qué pasa con los otros amores?; ¿qué pasa con las historias de amor no correspondido?

Para algunas personas, de forma inexplicable, el amor se apaga. Para otras, el amor sencillamente se va. Si bien es cierto, que el amor también puede encontrarse aunque solo sea por una noche.

Sin embargo, existe otra clase de amor, el más cruel y doloroso, aquel que prácticamente mata a sus víctimas. Me refiero al amor no correspondido y si alguno de vosotros nunca lo habéis experimentado no sabéis lo dichosos que sois. Es ese amor no recíproco, es querer y no poder aunque lo desees con todas tus fuerzas, es una sensación de insatisfacción permanente y continua tortura. Es la historia por tanto de aquellas personas que se enamoran solas, siendo víctimas de una aventura unilateral. Convirtiéndose de una manera u otra en seres no queridos porque aunque tengan cariño a su alrededor nunca tendrán el de aquella persona que desean con tanto ímpetu y es entonces cuando suele darse el siguiente interrogante:

¿Qué se puede hacer si la persona que te hace llorar es la única capaz de consolarte?

Amigos, ahora mismo no tengo la respuesta pero al menos aún me queda para otra copa de vino, puede que la última. (Sigue, no pares, hoy has podido escribir más de 804 palabras). Quizá cuando terminé la botella tenga esa respuesta y quizá también dentro de poco cesa la lluvia que desde hace días se ha quedado a vivir en mí, en mi casa, en mi guarida.

Ojalá amigos, ojalá algún día encuentra esa respuesta.

Prometo contároslo.

miércoles, 4 de agosto de 2010

Pequeños detalles

Abuelo paseando...pequeños detalles en Priego de Cordoba
¿Quiénes somos?

A veces nos pasamos media vida descubriendo quiénes somos, algunas personas luchan día y noche por llegar a gustar, por querer agradar a los demás, cuando eso es realmente imposible.

A veces, ante hechos iguales actuamos de diferente manera y a veces también, ante personas distintas actuamos de la misma forma.
A veces somos nosotros los que nos hacemos infelices intentando alcanzar la felicidad y sin saber apreciar los efímeros instantes de la vida en que ésta, la felicidad está presente.

A veces no tenemos en cuenta que todos y cada uno de nosotros estamos hechos de pequeños y preciosos detalles y que esos detalles son nuestro propio reflejo, un reflejo que nunca podrá ser reemplazado porque en ese caso, ya estaríamos hablando de otra persona. Ni mejor, ni peor. Simplemente diferentes. La grandeza, lo verdaderamente mágico radica en saber apreciar esa diferencia.

domingo, 1 de agosto de 2010

Sol y sombra

Pared hospital de Córdoba
Habitando entre el sol y la sombra.
¿Quién eres?
¿Quién soy?
¿Quién es?
Sol y sombra,
penumbra y día,
enigma y luz.

Quieres encontrarte a ti mismo, a lo que hay detrás de ti pero sabes que allí solamente hallarás al extraño, a esa parte que no deja mostrarse tal cual es, a esa parte de ti que tiene miedo a sufrir pero que a la vez se muere de ganas por sentir y vivir, con todo lo que eso conlleva. ¿Te conoces? ¿Te asustas? A veces necesitamos toda la vida para llegar a conocernos, incluso en algunas ocasiones morimos sin comprender esa parte insólita de nosotros mismos, esa parte con la que antes nos negábamos a actuar y de que de repente un día supo salir a ganar.

Otras veces aún sin conocernos tenemos suerte porque en el momento adecuado y a la hora adecuada llega ese alguien especial que es capaz de descubrirnos, de quedarse a compartir con nosotros los miedos y fantasías, los sueños y fracasos. Te detienes, observas, analizas, y valoras. Es entonces cuando ese miedo a conocerte y a sentir se acrecienta por segundos mientras que el alma de tu sombra termina vislumbrando y manifestando todo eso que hay oculto, todo eso que tanto tiempo estuvo escondido por temor a ser percibido y lo que es peor, a no ser correspondido.

No tengas miedo, vive, disfruta, siente. Soy tu sombra y tu reflejo, soy la huella negra que avanza tras de ti, esa misma que se alarga y se contrae, aquella que ante cualquier movimiento te asusta y te sorprende. Soy tu amiga solitaria, la que siempre caminará junto a ti, como durante todo este tiempo, de más pequeña a más grande pero siempre observando desde el silencio y manifestándome entre las tinieblas.

Soy tu sombra, sí, hasta aquí llegué y me quedaré, contigo, en ti, para ti.

miércoles, 19 de mayo de 2010

El circo de la vida

Vivimos en un circo de emociones: lloramos, reímos, gritamos, callamos. Nos dejamos llevar por distintos placeres, nos aventuramos, nos acobardamos. Por tanto a veces somos payasos, trapecistas, domadores, malabaristas, depende del día, depende del momento, de la situación y de la emoción que llevemos implícita. No podemos ser payasos si nuestra tristeza nos invade, del mismo modo que no podemos ser domadores si nuestro espíritu de ese día se encuentra totalmente fuera de cobertura, incapaz ni de mandar en nosotros mismos, en estado “off”.

Pero claro, lo realmente complicado se halla en el hecho de tener que sacar fuerza cuando no la hay, en guardar nuestros problemas y hacer un esfuerzo por reír cuando lo que necesitamos en realidad es llorar, engañando a nuestro interior para no entrar en una crisis con nosotros mismos. Al igual ocurre cuando actuamos como domadores sabiendo que nuestros actos no se corresponden con lo que pasa por nuestra cabecita pero logrando amansar principalmente a la fiera de los miedos y de subirnos decididamente a la cuerda de las dificultades, sin mirar hacia abajo, sin sentir ni un ápice de vértigo.


¿La vida es un circo o hacemos un circo de ella?


Desde lo más alto.... Girona
Con carpa o sin ella, la vida son instantes, momentos efímeros de felicidad, de complicidad, de pasión y deseo. Momentos de tristeza, de pensamientos negativos, de desilusiones. Instantes que se vuelven eternos e increíbles: compartes, escuchas, sueñas, sonríes, deseas, observas, opinas, ayudas, analizas y decides. Supongo que todo eso también depende una vez más de nuestro estado emocional. Quizá por eso estoy escribiendo ahora mismo. Chorradas, lo sé, pero al fin y al cabo pensamientos que me vienen y van. Pensamientos transformados en palabras, sentimientos que discurren por este circo que es la vida y mientras yo en un primer plano observo el espectáculo como payasa, malabarista, trapecista y domadora pero sintiendo plenamente en cualquiera de los casos, congelando imágenes, recuerdos y dibujando sueños, ilusiones y nuevas metas que poder alcanzar porque el circo de la vida sigue su curso y yo no quiero ni debo pararme.

lunes, 5 de abril de 2010

Reflejos reales

Quizá os haya pasado en alguna ocasión.

Quizá alguna vez caminando por la calle os pareció ver entre el tumulto de la gente a una persona a la que amasteis hace mucho tiempo. Apenas fue un instante, un breve destello de luz, lo suficiente como para dejar una quemadura en la retina y en el alma.

Quizá os ha pasado, que ese instante, esos breves minutos fueron el tiempo suficiente como para dejarte paralizado en mitad de la acera, sintiéndote a contracorriente de todo y sin saber muy bien qué hacer o qué decir. Acto seguido se te llena la cabeza de recuerdos. Todos vienen a ti; buenos y malos; sonríes y entristeces.



Reflejos de un viernes santo (Priego de Córdoba)


Quizá alguna vez habéis tenido esa sensación de desconcierto y turbación, porque esa es la cuestión que ni siquiera estás seguro de que se trate de esa persona; primero porque ha sido un breve instante y segundo como digo porque ha pasado tanto tiempo desde la última vez que os vistéis que tal vez haya cambiado. , todos hemos cambiado en este tiempo y tú también aunque a veces te niegues a reconocerlo.


Quizá os haya pasado que incluso aunque recelosos y desconfiados de aquel momento, el corazón se os ha acelerado y por eso te has quedado allí en mitad de la acera, pensando y dudando si es lo que crees haber visto o si es que uno confunde la realidad con el deseo.


Quizá alguna vez habéis sentido incluso ganas de que ocurriera algo así y el deseo hace que inventemos a esa persona entre la gente: desapareciendo y apareciendo, apareciendo y desapareciendo. Y no es porque quedará algo urgente por decir o algo pendiente, probablemente no sea eso, quizá solo sea un deseo inconsciente y uno sólo quiere encontrarse con esa persona para decirle cualquier tontería, para poder recuperar un pequeño retal, un insignificante fragmento de aquellos tiempos en los que éramos eternos e invulnerables.


Quizá solo para decir; ¿qué ha sido de ti en todo este tiempo?; ¿qué fue de nosotros?; ¿qué ha sido de mí?


miércoles, 24 de marzo de 2010

Amor nómada

Casa Fuente del Rey (Priego de Córdoba)

Confuso, fue capaz de llegar hasta un lugar que ni siquiera aparecía en su arrugado mapa, en aquel mapa que días atrás le había entregado aquella chica misteriosa justo en la gasolinera del pueblo. Desde pequeño había dado muestras de su valentía y en su época de adolescente había sido un chico muy atrevido, sin miedo a nada. Ahora, cuando ya rozaba los cuarenta otros sentimientos albergaban su mente, su vida. Una vida que no había sido fácil pero desde luego una vida en la que el temor y la desconfianza no estaban presentes. A veces él mismo se sorprendía y le resultaba triste no tener miedo a nada.
Con mochila en mano, hacía ya 17 meses que se había dedicado a recorrer el noroeste español sin ir a ningún sitio concreto, sin tener a nadie esperándolo en ningún lugar y sin anhelo de encontrarse con ninguna cara conocida. Aún recordaba todas las experiencias que había tenido durante aquellos meses; desde el anciano que amablemente le invitó a desayunar tras aquella mañana de repentina lluvia hasta la mujer que se asustó cuando lo vio con aquella espesa barba de 8 días y pensó que iba a asaltarle. Pero sin duda, recordaba con especial cariño a Javier, a ese niño que se encontró perdido en aquel supermercado  (justo al lado del estante de galletas) y que cuando se lo llevó de vuelta a la madre, ésta no supo como agradecérselo.
La joven madre de la criatura lloró, sonrió, gritó, lo zarandeó e incluso lo invitó a pasar esa noche en casa para degustar una de sus exquisitas cenas pues todo el mundo en aquel pueblecito gallego sabía de las increíbles dotes culinarias de Sandra. Sin embargo, lo que no sabía todo el mundo fue lo que él pudo descubrir aquella noche entre sus brazos cuando ambos cuerpos se entregaron y se fundieron en uno. Quizá por eso ahora, en medio de aquel lugar al que ni siquiera había planeado llegar, recordaba aquella historia con especial cariño teniendo aún presente la última escena de aquella mañana en la que partió.
Fue un día gris y sombrío. Hasta ese momento nunca se había planteado instalarse en ningún lugar ni compartir su existencia con nadie. Sin embargo, aquella mañana, cuando abrió los ojos sintió unas increíbles ganas de seguir al lado de esa mujer con la que en apenas unas horas de conocerse le había hecho sentir tan especial. Se sentó en el borde de la cama y mientras dirigía su mirada y sus pensamientos hacia la enorme ventana de su derecha, Sandra despertó.
Sonrojada y algo avergonzada al principio, no fue capaz de musitar palabra y se limitó a recorrer con el suave tacto de su mano la espalda de ese hombre que la había hecho estremecer durante la noche. Él giro su cabeza y esbozando una sonrisa cariñosa pronuncio los buenos días. Ella tímida por lo que había ocurrido y con voz entrecortada se dispuso a dar una explicación:
-  Quiero que sepas que yo….En realidad yo no acostumbro a....
- Intentando que no se sintiera incómoda, él la interrumpió y no la dejó terminar. -No digas nada- mientras se acercaba a su mejilla para regalarle un cariñoso beso.
-  Prepararé el desayuno- pronunció ella.
No te molestes, me iré enseguida.
-  Quédate. Al menos quédate a pasar al día.
- No puedo, no insistas, no digas nada más.
Ambos se fundieron en un largo y último abrazo. En realidad también era el primero y su cuerpo manifestaba una extraña sensación de querer saber cómo sería el segundo abrazo pero sin darse tiempo para llegar a arrepentirse, se despidió de Javier y con un beso en la mejilla emprendió de nuevo su camino.

Tras haber recordado aquellos momentos, de nuevo se quedó con la realidad presente, con ese lugar al que había ido a parar y aquella casa situada frente a él. Era una casa en ruinas, en medio de la nada,  apartada, fría, húmeda y sin ningún tipo de indicio de civilización a su alrededor. Perplejo se sentó sobre una piedra deforme que encontró justo en la parte posterior. Mientras descansaba,  sacó un cigarrillo y se dispuso a encenderlo. Llevaba todo el día sin fumar y tenía tantas ganas que la primera calada, tan fuerte y profunda, llegó incluso a marearle. Inmerso en sus pensamientos, mientras terminaba aquel cigarrillo no dejaba de imaginar su vida allí, en aquel entorno. Era una casa por la que habían pasado generaciones, muertos de hoy que ayer se amaron bajo esos techos que ya no existían. Pudo observar cómo apenas quedaban unas vigas podridas, algo de aquellas paredes de barro, grandes grietas abiertas y el vano de una ventana o de una puerta. Sabía que no habitaba nadie y que solo fenómenos atmosféricos como el frío, la lluvia, la humedad o el calor traslucían por todos aquellos recovecos, pero a pesar de todo eso era una casa sin duda, que sentía muy suya.

¿Por qué le ocurría eso? Desconcertado se levantó con el único propósito de mirar a su alrededor, de echar a andar y hacer ademán de adentrarse en aquel impertérrito lugar que hoy sólo eran ruinas pero ayer fueron vivencias, sueños, experiencias. ¿Por qué le ocurría eso? ¿Por qué sentía recordar algo que nunca vivió? ¿Por qué consideraba suya aquella casa? Durante aquellos 17 meses no había sentido nada suyo, a ningún lugar, a ninguna persona, pero ahora todo se le venía abajo. No entendía cómo había llegado hasta allí y menos aún podía comprender el por qué desde hacía rato tenía un nudo en el estómago que le provocaba querer recordar más y mejor.

No tenía prisa. Apenas le quedaban semanas, días de vida puesto que así se lo habían comunicado los médicos meses atrás al diagnosticarle esa “rara” enfermedad. Dos años antes lo había perdido todo: su empresa, su mujer y un mundo estable en el que vivir. Ahora vivía de un lado a otro, nómada, sin arraigarse a nada aunque aquella situación, aquella casa, aquel aura, lo estaban desconcertando de una manera que ni el mismo podía lograr comprender.

No tenía prisa. Decidió pues encenderse otro cigarrillo y al adentrarse en aquella primera losa de la casa sintió un extraño escalofrío. Algo misterioso, sin duda.  Quizá aquella casa lo había visto nacer y él no podía recordarlo puesto que sus primeros recuerdos pertenecían al orfanato justo antes de que sus padres, una familia adinerada del sur extremeño se dispusieran a adoptarlo. ¿Estaban allí sus orígenes o era todo producto de su imaginación?

Fuera como fuese, lo único que tenía claro es que sus últimos días iban a terminar en aquel precioso lugar, para él sin duda lo era y nada ni nadie le iba a impedir recordar algo que ni siquiera había vivido pero que desde hacía horas sí había sentido. Ese fue su primer recuerdo y deseo con fuerza que también fuese el último que se llevara con él.

sábado, 27 de febrero de 2010

Amor vs Deseo




Se encontraron por casualidad una tarde de verano. ¿Premeditación del destino o pura casualidad?
Desde el primer instante conectaron, horas – que parecían minutos – hablando, risas, complicidad. Ninguno de los dos podía creerse lo que estaba pasando. Descubrieron lo que era hablar sin la necesidad de utilizar vocablos.

Una noche él le preguntó “¿Dónde has estado todo este tiempo?” Alimentándola de ilusiones, una chica que por aquel entonces empezaba a creer en el amor verdadero, pues del método empírico era defensora.

Pasaron los días, los encuentros se acentuaron y el deseo creció exponencialmente. Ambos sabían lo que quería el otro porque saltaron la barrera que ocultaba los secretos. ¿Acaso era malo sentir todo aquello? ¿Era malo sentir esa pasión descontrolada? Destaparon lentamente el lazo del regalo: excitación desbordante, un mágico sentir que extrapolaba todo lo vivido hasta aquel momento. No les importaba nada, no les importaba el mundo. Su mundo se ceñía a dos nombres que formaban un solo ser, en un pequeño habitáculo en el que se juraban amor eterno, hasta el amanecer. Existían unas inmensas ganas por descubrirse el uno al otro, por dejarse llevar, por recorrer sus cuerpos con todo tipo de besos y caricias y enredar sus cuerpos para así poder saciar toda esa locura que ambos contenían.

El tiempo transcurrió rápido y los dos parecían estar viviendo en una nube. Por ello, flotaban y reían, pasaban minutos, horas, días hablando, confesándose secretos, haciendo planes de futuro y obviando el presente tan cercano y fatídico que estaba por llegar, aunque ellos se peleaban y se reconciliaban porque cualquier discusión era superada por el deseo de ambos.

¿Siempre sería así, podría más el deseo que el amor o viceversa?

El final era inminente puesto que “amor y deseo son dos cosas distintas ya que no todo lo que .se ama, se desea, ni todo lo que se desea se ama”.

Lo peor sin duda no es que sean cosas diferentes sino que la caída de la nube, el desplome de sus ilusiones, de sus fantasías y en definitiva de sus sueños se lo llevaría solamente una de las dos partes implicadas y con ello también se esfumaría el deseo de volver a amar.


domingo, 7 de febrero de 2010

Se vende felicidad



Caminaba ausente por la gran avenida. Había estado toda la noche anterior desvelada y sin dormir apenas quince minutos los rayos de luz penetraron por su ventana y le recordaban en ese momento que el nuevo día estaba comenzando. Sin ninguna pereza se levantó y sin dar tregua a sus pensamientos siguió indagando sobre aquello que quería hacer y cambiar.

Salió de casa decidida a cambiar el recorrido que realizaba todas las mañanas y emprenderse a descubrir nuevos horizontes pues siempre había sido bastante arriesgada, en ocasiones demasiado, pero no se arrepentía. Era confiada, sensible y sincera. Quizá lo mejor era eso último su sinceridad puesto que los otros dos apelativos no eran para nada valorables, es más a día de hoy le seguían ocasionando nada más que problemas en un mundo en el que a priori la desconfianza debía imponerse y la sensibilidad era una muestra de flaqueza, un valor negativo de la persona que lo poseía, una actitud blandengue. Era cariñosa y se lamentaba por ello al igual que era testaruda y obstinada pero se sentía orgullosa de serlo.

Aquel día después de pensar en su situación, futuro y presente más cercano solo quiso cambiar en todos los aspectos parte de sí misma y quizá por ello empezó tomando aquel otro desvío que la llevara al mismo destino pero que le hiciera disfrutar de otras perspectivas. Algo tenía que cambiar para que todo pudiese continuar igual, se decía a menudo. Pero en realidad no quería que todo siguiese igual, quería cambiar desde dentro hasta fuera. Ser otra. ¿Demasiado difícil?

Al desviarse de dirección descubrió al final de aquella cuesta empedrada un pequeño comercio, oscuro pero con luces que parpadeaban y que llamaron su atención. Se adentró en él y pudo leer en letras bien grandes:

“SE VENDE FELICIDAD”

Al leer aquel cartel iluminado una risa iluminó su rostro pensando en aquella absurda tontería que sus ojos habían leído pero la intriga fue más grande y su impulso la llevó hasta el interior de aquel local.

- Buenos días- dijo algo asombrada.
- Pasa, estoy al final del pasillo. No te quedes ahí.
(Siguió en aquella dirección y se dirigió a aquel joven) - Perdona, yo solo……sentí curiosidad al ver este lugar. Quizá no debería estar aquí.
- Estas en el lugar perfecto, le dijo. Sé que estás extrañada pero que la curiosidad te ha traído hasta aquí. Por eso mismo utilizo ese eslogan publicitario. Dime, ¿qué te ocurre a ti?
- Lo que te decía, mejor me voy.
- ¿Acaso tienes miedo de contarme que no eres feliz?
- Yo si soy feliz, supongo.
- ¿Entonces por qué estás aquí?
- Porque su eslogan es una estupidez, porque hay cosas que no se pueden comprar, que no son tangibles, que no se cuantifican.
- Menudo descubrimiento….¿has llegado tú sola a esa conclusión?
- Tengo que irme, llego tarde.
- Espera, no quería molestarte. Claro que hay cosas que no se pueden comprar pero no por eso debes dejar de pensarlas, de soñarlas, de aspirar a conseguirlas. Has tenido valor para salir de casa, para llegar hasta aquí, para querer cambiar tu dirección…

Una llamada telefónica interrumpió aquella conversación, el tiempo suficiente para que la chica se diese media vuelta y saliese de aquel local. Había encontrado su desvío, allí en aquel lugar, con aquel breve diálogo, con aquella decisión que tomó al salir de su casa. Se sentó entonces en el portal de aquel local y enseguida se unió a ella el joven del interior que a partir de aquel momento se convirtió en su confidente diario.

Él no vendía felicidad, ella tampoco quería comprarla. Se conformaba sencillamente con otras cosas, otros detalles, otros pequeños motivos que le hicieran conciliar el sueño y sabía que todo eso dependía exclusivamente de ella, de nadie más, sobre todo porque así era ella, con sus cosas buenas y malas pero siempre era ella misma y sobre todo y lo más importante porque a raíz de aquel desvío su ingenuidad pudo comprender que la felicidad era algo individual, personal y que no podía depender de nadie para llegar a alcanzarla.

domingo, 31 de enero de 2010

Comenzar....
















Si hablamos de comenzar, como todos los comienzos, son difíciles. Por tanto más que un comienzo, inicio este blog con el único propósito de escribir lo que sienta y cómo lo sienta.

No soy una erudita en física cuántica ni una entendida en ingeniería geológica, de hecho, ni siquiera tengo una idea predeterminada sobre como irá avanzando este blog pero sí me gustaría interrelacionar diferentes temáticas porque como suele ocurrir en la vida, ni todo es blanco ni todo es negro; de igual manera que no siempre estamos con el espíritu “cortavenas” en estado “on” ni tampoco vivimos eternamente en los “mundos de Yupi”.

Las pasiones humanas, los sentimientos, las vivencias diarias son tan contradictorias y tan complejas que nunca podremos llegar a entenderlas, por eso quizá puedo ver partes de mi vida como piezas de un gran “tetris”, pero sin llegar a encajar. Son piezas cuyo significado solamente puede entenderse al revés, sin forzarse, sin ni siquiera intentar darle forma.

A lo único que sí intentaré dar forma será a mis palabras y en definitiva a mis pensamientos. Hoy, y sin que sirva de precedente, utilizaré este fragmento de aquella película tan famosa y que podría ser una buena carta de presentación, al sentirme totalmente reflejada:

"No soy nadie especial. Solo soy una chica corriente con pensamientos corrientes. He llevado una vida corriente. No me han hecho ningún monumento y mi nombre pronto quedara en el olvido. Pero según como se mire he tenido mucho éxito como muchas otras personas en la vida. He amado a otra persona con todo mi corazón y eso para mí siempre ha sido más que suficiente".





Comenzamos pues...

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