domingo, 1 de diciembre de 2013

Tráfico de pensamientos

Mientras unos pasan, otros esperan. Como prácticamente casi todo en esta vida...
El maldito semáforo de Pinos Puente (Granada)
Excepto cuando tengo mucha prisa, a mí en realidad no me incomoda lo más mínimo detenerme ante un semáforo. Durante este breve tiempo de parada, aprovecho para mirar a mí alrededor y deducir los pensares de la gente que me rodea. A mi lado izquierdo hay un chico joven que no aparta la vista de su tecleo en el teléfono móvil. A mi derecha hay, en cambio, una mujer mayor, que sostiene dos bolsas de la compra, una en cada mano. Una niña pequeña sujeta la mano de su abuelo que muy cariñosamente le abre una bolsa de gusanitos y la previene acerca de cómo debe sujetarlos. Mientras tanto, aprovecho para coger un chicle de mi sabor preferido y casi al mismo tiempo, alargo mi mano para sacar del bolso mi cámara de fotos pues quiero aprovechar la parada para tomar una imagen de este semáforo en día tormentoso (quizá algún día me sirva para escribir algo). Ya ves...hoy, por ejemplo.

Un tráfico de pensamientos transcurre por mi cabeza. Una asociación de ideas y de colores vienen a mí. Rojo; prohibición, peligro. Verde; seguridad, confianza. A continuación imagino que aquello que me rodea no son coches que cruzan velozmente (¡qué loca!), sino otro tipo de cosas que también pasan a gran velocidad, y que pueden atropellarme, hacerme daño y poner mi vida en peligro. En ese caso los coches podrían ser sustituidos por otro tipo de peligros, como el miedo, el dolor, el desamor, la soledad, la enfermedad, la desesperanza, o la angustia. En realidad supongo que es así cómo funciona el ser humano, viviendo en una pequeña porción de espacio, mientras todos estos peligros le acechan, pasando a gran velocidad por ambos lados. Pero está claro que queremos pasar, avanzar y no estancarnos siempre en el mismo sitio, puesto hay que seguir viviendo.

Es entonces cuando mi tráfico de pensamientos es interrumpido por esa mágica luz del semáforo. Luz verde que corta el hilo de mi naufragio de ideas. Ya no hay que pensar sino tan sólo seguir adelante, mientras los coches del otro carril así como los peligros, permanecen detenidos, y yo voy cruzando frente a ellos, con una luz verde que me indica que ante todo, que debo continuar mi camino.

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